Carta de Gabriela Mistral a Rubén Darío
«República de Chile.
Dirección:
Lucila Godoy,
Los Andes, Liceo de Niñas, Chile.
Nuestro grande y nobilísimo poeta:
Soy una que le aguardaba al pie de los Andes para presentarle su devoción y la de sus niñas - discípulas— que charlan de Ud. familiarmente, después de decir su «Cuento a Margarita» i su «Niña-rosa». Pero Ud. no vino i yo le mando en estas hojas extensas toda aquella cosa pura i fragante que es el querer de cien niñas a un poeta que les hace cuentos como nadie jamás los hizo bajo el cielo! Poeta: yo. que soi mujer i flaca por lo tanto, i que por ser maestra tengo algo de las abuelas —la chochez— he dado en la debilidad de querer hacer cuentos i estrofas para mis pequeñas. Y las hecho (sic); con rubores lo confieso a Ud. Yo sé que Ud. es tan grande como bueno. Pretendo —¡pretender es!— que Ud. me lea lo que le remite, a saber, un cuento orijinal mui mio, i unos versos, propios en absoluto. Pretendo —¡pretender es!— que si Ud. sonríe con dulzura fraternal leyéndolos halla por ahí núcleos de semillas que dicen algo, una promesilla para el futuro, en «Elegancias» o en «Mundial». Ud. me las publique.
Yo, Rubén, soy una desconocida; yo no publico sino desde hace dos meses en nuestros «Sucesos»; yo. maestra, nunca pensé antes en hacer estas cosas que Ud., el mago de la Niña-Rosa, me ha tentado i empujado a que haga. ¡Es Ud. culpable de tantas cosas en el Campo juvenil! ¡ Si supiera. si supiera! Rubén; si Ud. no encuentra en mi cuento i en mis estrofitas sino cosa hueca, hilachas volantes de cosa inútil i vulgar, escríbame sólo esto en una hoja de papel: malo, malo. Y firmela. ¡ Yo, devota de hoi seguiré siéndolo tanto o más!
Una explicación: Uds. —Ud. y el sr. Guido— dejaron en Chile como encargado de visar las colaboraciones al sr. Maluenda. Perfectamente, pero yo no he podido vencer mi injenuo (sic), i tan santo deseo: escribir a Rubén i, directamente, recibir su rechazo.
Con emoción me despido de Ud. i le deseo primavera eterna en su campo de triunfos, en su corazón nobilísimo y en su vida, gloria de nuestra América latina.
Humildemente,
Lucila Godoy
Prof de Castellano del Liceo de Niñas. Los Andes. 1912.
Bórquez-Solar —¿Ud. lo conoce?— me ha ofrecido prólogo para mis cuentecillos.
Esta es la reproducción de la carta manuscrita, respetando, con mínimos retoques, la grafía de la autora. Se encuentra fechada en 1912 en la localidad chilena de Los Andes, en cuyo Liceo Gabriela ejercía como profesora de Castellano e Historia. La carta acusa en primer lugar la frustración que la todavía incipiente poeta sintió, como muchos de sus compatriotas, al cancelar Rubén Darío su viaje a Chile desde Buenos Aires, por razones de salud. El nicaragüense. con residencia habitual entonces en París, había emprendido en abril de ese año un viaje por España. Portugal y Sudamérica, que le llevó al Brasil, Uruguay y Argentina, para difundir la revista Mundial, fundada y editada en la capital francesa por los uruguayos Alberto y Armando Guido -a uno de los cuales se menciona en la carta—, de la que Rubén era director literario. La misiva de Gabriela debió llegar a su destinatario al reincorporarse a su punto de origen en noviembre. En ella, la chilena alude también a Elegancias, otra revista parisina, dedicada a la mujer, promovida asimismo por entonces por los empresarios de Mundial con la participación de Darío.
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