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Cartas de Pablo Neruda a Héctor Eandi Rangoon

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11 de mayo de 1928.

Señor H. I. Eandi

Querido amigo:

Quiero salir ahora de un estado de espíritu verdaderamente miserable escribiéndole en contestación a su valiosa y noble carta que he leído tantas veces con mucho placer. A medida que he ido viviendo he hecho más y más difícil mi trabajo literario, he ido rechazando y enterrando cosas que me eran bien queridas, de tal manera que me lo paso en preocupaciones pobres, en pensamientos escasos, influenciado por esas súbitas salidas, cuyo contenido voy reemplazando muy lentamente. Pensaba en su carta, en su significación tan amigable y tan digna, y me he sentido desvalido, cruelmente incapaz. A veces por largo tiempo estoy así tan vacío, sin poder expresar nada ni verificar nada en mi interior, y una violenta disposición poética que no deja de existir en mí, me va dando cada vez una vía más inaccesible, de modo que gran parte de mi labor se cumple con sufrimiento, por la necesidad de ocupar un dominio un poco remoto con una fuerza seguramente demasiado débil. No le hablo de duda o de pensamientos desorientados, no, sino de una aspiración que no se satisface, de una conciencia exasperada. Mis libros son ese hacinamiento de ansiedades sin salida. Usted, Eandi, al preocuparse de mí con tanta inteligencia se acerca a mí más allá de la significación literaria, me toca usted en lo más profundo y personal. Tengo que abrazarlo, Eandi, debo agradecerle mucho.


P.N

*******************************************

Madrid, 14 de setiembre


Tomo la mano y la pluma para escribirle una carta corta para no seguir esperando una larga que tan difícil me resulta. Acabo de leer su magnífico cuento en La Nación, me gusta mucho y tiene el alma en un hilo. Me acuerdo que usted me conversó de ese cuento en Buenos Aires. ¿No me ha contestado usted mi última ni me acusó recibo del Homenaje? ¿Lo ha recibido usted? Allí le puse unas líneas para que perdonara mi silencio. Me cuesta tanto tanto escribir y no oigo sino reproches, no es por falta de amistad que es lo único que me interesa en la vida sino por algo físico, irremediable. Bueno, Héctor, estoy muy bien en Madrid, rodeado de gente que quiero mucho y que me quiere. El primero de octubre sale una revista de poesía dirigida por mí. Es la revista de los poetas españoles pero me han pedido que yo la dirija para tener un recuerdo de mi estada. Son muy tiernos conmigo. Mi Residencia (en dos tomos separados) sale dentro de cinco días, y ya está totalmente impresa. Se lo mandaré inmediatamente. Cuénteme la impresión que mis nuevas cosas le hagan, algunas hechas en Buenos Aires están muy cambiadas y suprimí aquel "os condeno a cagar…etc." porque usted me lo observó en Buenos Aires y lo pensé mejor. De mi niñita no quiero hablarles porque está enfermita. Maruca bien. ¿Cómo es vuestra nueva casa? Hasta muy pronto mi siempre querido y viejo amigo Pablo Muchos cariños para Juanita y besitos para las niñas de Malva Marina y Maruca.


Pablo Neruda fue cónsul de Chile en Buenos Aires, en México, en España y en Oriente. Las cartas que Neruda le escribió a su amigo y escritor argentino Héctor Eandi, a quien no conocerá personalmente hasta 1933, años después de la primera carta, han sido consideradas como una de las principales fuentes para dar cuenta de su periplo asiático.


Fuente: Universidad de Chile


Ian Welden

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Ian Welden nació en Santiago de Chile el 14 de Diciembre del 1948- Copenhague Enero 28, 2013.

Estudió comunicación de masas, artes gráficas y cine en la Universidad de Santiago.

En 1974 se trasladó a Barcelona donde se desmpeño como radiooperador e interprete a bordo de un barco que hacía estudios geológicos en suelo marino de Barcelona.

En 1975 emigró a Copenhague donde trabajo en los campamentos para refugiados políticos de la Cruz Roja.Aquí, entre muchas otras tareas, recopiló relatos, poemas y dibujos de exiliados de muchos países, difundiéndolos y publicándolos a través de exposiciones y revistas.

En 1995 inauguró su propia exposición de artes gráficas y fotografía titulada Guerra Mundial - Tercerca Fase, denunciando las atrocidades ocurridas en la guerra civil de la otrora Yugoeslavia.

En 1975 se asentó definitivamente en Copenhague, Dinamarca, donde ha trabajado en los campamentos para refugiados políticos y de guerra de la Cruz Roja danesa. Aquí dirigió la revista de poemas y cuentos Refugee Vpoice, (La voz de los refugiados), 1986 - 1996 y desempeñó un cargo de mediador entre miles de refugiados de muchísmos países del mundo y el Ministerio de Justica danés.
.

Tu mano en la ventana del tren- Cuento


Iba apuradísimo por el andén, abriéndome paso entre la muchedumbre con los codos, comportándome como una bestia incivilizada y agresiva cuando apareció una mano por la ventana de uno de los trenes a punto de partir. Era una mano tranquila y anónima, blanca como una paloma mensajera elegante y sofisticada.

No pude evitar el impulso de tocarla. Y ese contacto que no duró ni medio segundo me cambió la vida para siempre. Perdí mi tren y quedé ahí de pie en el andén, atónito, dejándome llevar y traer por la muchedumbre apurada, como si fuera un espantapájaros sin más voluntad ni itinerario en mi vida.

Un soldado armado me sujetó del brazo.
"Usted! Yo lo ví. Le tocó la mano, ¿no?"
"No entiendo... Sí, le toqué la mano..."
"¡Lo siento mucho, señor!"
"¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Por qué lo siente?"
"Mejor váyase a su casa, señor. Yo lo puedo acompañar si lo desea."

En realidad era buena idea irme a casa. Extrañamente mi trabajo ya no tenía importancia. Nada lo tenía. Abandoné la estación de trenes y me fui confundido y tambaleando hacia El Café Ciré. Pedí un vodka doble y luego otro y otro. Me di cuenta que había perdido mi computadora y mi maletín con los contratos y cartas de mis clientes. No me importó. El dueño del café se sentó a mi mesa.
"Buenos días señor. Lo noto nervioso. ¡La tocó?"
"Si... la toqué. ¿Por qué me pregunta? ¿Qué sabe usted de todo esto?"
"Es mejor que se vaya entonces, señor..."

En ese momento entraron cuatro soldados en sus llamativos uniformes color naranjo y el logotipo del Ejército Bancario Escandinavo (EBE) en sus pechos; metralletas automáticas en sus manos.
"¿Es usted quien la tocó? ¡Vamos, andando! Lo vamos a escoltar a su casa. ¡Por favor no resista, señor!"

Ya en mi casa me dejaron en paz. Me tendí en mi sofá sintiéndome profundamente intrigado por la dueña de esa mano. Jamás me había sucedido algo así. En mi vida he sido bendecido con muchos amores pero esto que de pronto se introdujo en mi cuerpo y en mi alma como un virus enigmático era sumamente inverosímil. Y las circunstancias tan hostiles de la dictadura más poderosa de la Unión Europea eran una barrera impenetrable, odiosa, en la vida cotidiana de los ciudadanos.
"Toqué tu mano en la ventana del tren. Un pequeño roce y has dejado tu poderosa señal en mi para siempre..."
Y me dormí profundamente.

A la mañana siguiente no me lavé ni afeité. Mi ropa estaba sucia y arrugada y hedía a transpiración y a alcohol. Me dirigí apresuradamente a la estación de trenes. Los guardias me observaron y hablaron secretamente entre ellos. Los ignoré y me acerqué a los trenes buscándola en cada ventanilla. Tuve que luchar con pasajeros violentos para no dejarme arrastrar hacia la salida de la estación. Perdí la compostura totalmente y grité e insulté y abofeteé a cuanta persona se cruzaba a mi paso.

"¡Mujer de la mano! ¡Mujer de la mano en la ventana del tren!", grité desesperado y lleno de pánico perdiendo el equilibrio y azotándome contra el cemento del andén. Los EBE me pusieron de pié y con voces amables pero con sus armas clavadas en mi espalda me urgieron salir del recinto y acompañarlos a su cuartel en la ciudad.

Ya en sus oficinas me sentaron en una silla mientras lloraba como un niño. Entró un viejo teniente en su flamante uniforme amarillo acompañado de tres soldados naranjos y me miraron con compasión y simpatía.

"Señor Welden," me dijo el oficial mientras que sus subordinados apuntaron sus armas hacia mí. "¿Qué podemos hacer por usted? ¡Mírese, por Thor! ¡Si parece un pobre indigente! Usted que es un director de reputación mundial, poderoso, intachable en su conducta como ciudadano e impecable en su moral, desde ayer se ha comportado como un adolescente sucio, rebelde y enfermo de amor".

Uno de los soldados me dio un golpe en la cara con la culata de su arma. Caí de la silla. Otro me levantó a puntapiés y todos me pidieron disculpas.
"Yo no entiendo, estoy confundido y no sé que es lo que me sucede ni por qué estoy aquí. ¡Déjeme en paz, señor teniente! ¡Se lo ruego!"
"Pero por supuesto, señor Welden. Uno de mis hombres lo conducirá a su casa. Mucho gusto de conocerlo y recuerde, desde ahora lo vamos a cuidar como se lo merece..."

Los meses siguientes viajé locamente en cientos de trenes a cientos de pueblos y ciudades del país con la infantil esperanza de verla, rozarle la mano nuevamente. Dormía algunos minutos en los bancos de las estaciones y subía al siguiente tren no sabiendo a dónde iba pero sí sabiendo por qué. Usaba mi poco dinero en pasajes y comía de los basureros.

Los EBE me observaban desde lejos pero no interrumpían mi conducta extravagante y febril. Ni siquiera cuando corría por los andenes gritando "¡Mujer de la mano en la ventana del tren! ¡Mujer de la mano en la ventana del tren! ¡Manifiéstate! Déjame tocarte...por favor..."

Desesperado, volví finalmente a mi casa. Me duché y afeité. Me puse ropa limpia e impecable y fui nuevamente a subirme a trenes, esta vez para rozar levemente las manos de todas las pasajeras.

Habré rozado miles de manos de todos los tamaños, colores y edades durante tres semanas. Muchas veces algunas de las mujeres ya rozadas me reconocían y me saludaban amablemente con grandes sonrisas. Y debo confesar que en medio de mi locura, obsesión y soledad, llevé a casa a algunas de estas mujeres dulces y también solitarias, buscadoras no de una mano, como yo, sino de un alma.

El EBE apareció en mi casa un día en que yo estaba solo y atribulado, no sabiendo si poner fin a mi búsqueda con un tiro en la boca. El teniente de uniforme amarillo y un solo soldado naranjo con metralleta vinieron "... a protegerlo de sí mismo con consejos y sugerencias porque usted es un suicida potencial y un peligro para la seguridad moral del país".
"Pero qué saben ustedes de mí, payasos ridículos, matones y asesinos!"

El teniente se sentó en mi sofá, encendió un cigarrillo y miró al soldado, sonriendo. Este, un hombre joven gigantesco, me puso una mano en el cuello y me propinó una bofetada en la boca. Luego me tomó en sus brazos, me dio un beso en la frente y me dejó caer en mi único sillón cual saco de papas.



"En el Ejército Bancario Escandinavo estamos muy preocupados, señor Welden. Sepa que le tenemos un profundo respeto y cariño. Pero simplemente no podemos dejarlo autodestruirse por culpa de su obsesión con esa mano. Le sugiero respetuosamente que se deje internar en El Hospital. Estamos al tanto también de su desastrosa situación económica y El Banco está dispuesto a hacerle un préstamo muy favorable. Considérelo, señor Welden, como una legítima preocupación del EBE por su bienestar y reputación".

Y se fueron.

Mi ansiedad y necesidad por tocar, simplemente "tocar" esa mano y a su dueña eran ya insoportables. Tan trastornado estaba que pensé que tal vez el EBE tenía razón... Debía aceptar la ayuda que me estaban ofreciendo. Ellos tenían sus macabras razones ideológicas pero yo había perdido la razón. Y lo hice. Me interné.

Dos meses han transcurrido ya desde entonces y me siento como nuevo. No más "mano en la ventana del tren". He recuperado a mis viejos clientes y me estoy haciendo obscenamente rico nuevamente. He pagado el préstamo bancario y el EBE me ha dejado en paz.

Hoy tengo una entrevista importantísima con el director del Ejército Bancario Europeo, y por fin, ahí viene mi tren. Me abro paso a codazos e insultos entre la multitud de conmutadores. Me siento al lado de una mujer que lee el periódico. Ella se vuelve hacia mí.
"¡Creo que has andado buscándome!"

Y me tendió la mano.


Ian Welden-POEMAS


Pompas de jabón.

Cada paso fue al azar
cada llave
un reptar en sombras.
Violento siento el vendaval
que se aleja
con mi vida al hombro.
Ya no son blancos los caminos
de mi cuerpo al sol
y la ilusión de amar sin diques
por ahí quedó.
El tiempo enorme está
y en el espejo Dios
reclamando el pago del reloj.
Dónde estará el caballo alado
que jamás monté.
La dignidad del hombre
que en mis pasos enredé.
Escalas sin final
proyectos sin razón
y en mis manos
pompas de jabón.
Posiblemente guardarán mi foto
en el desván
y la ceniza de mi hueso
se repartirá
en sombras de agua gris
en nichos sin color
y el recuerdo
al aire sin dolor.
Dónde estarán lo siete montes
que jamás vencí
y el fuego azul de los amores
que no conocí.
Mi fuente de razón
el niño inmortal
el camino
quedó sin caminar.



Alma nueva

Dolor de amanecer ya no lo soportas
la espina se te va a atragantar
cuarenta días con cuarenta noches
tu corazón se seca sobre el arenal.

Caminos, no hay caminos todo es piedra
el día es sólo volver a comenzar
tus ojos te devuelvan tu imagen
tu manos llevan siglos sin poder amar.

Qué importa como fue
mejor es entender
que todo ésto termina esta noche.
Ahorita ya se viene la mañana
la luz será el aliado que esperabas.
Se sabe que al momento de la danza
se escucha el tren azul del amanecer
los árboles sepultan a las frígidas estatuas
la aves ya no cantan porque ríen.
La tierra es una tinaja de greda
nuestras manos herramientas en el mar
a tu choza le ha crecido un techo nuevo
tu pan se hace hermoso con la cordillera.

Acércate no más
tu manta cubrirá
aquello que termina esta noche,
mañana te despertarás sonriendo
la vida volverá a tenerlo todo.




El beso del ángel

Caminando por una mañana de sol
en un país que hasta entonces no había existido
con mi soledad incrustrada en mi mochila
y los hombros encaramados sobre mis orejas
me encontré de pronto con un ángel
que me hechizó y robó un beso.
El beso duró toda la noche
a orillas del Canal de la Muerte
donde el ángel me sonrió con dulzura
me robó la mochila con todos mis recuerdos
y emprendió vuelo con sus alas de vampiro.


El alucinante milagro de la cordura
.
La noche se desgrana del tejado
el planeta gira loco de alegría
la vía láctea danza por el universo
llevándonos al horizonte prometido.
.
Y aquí vamos
tomados de las manos
ronda infinita
coro perpetuo y poderoso
volantines liberados
almas desencalladas.
.
La vida soberana y orgullosa
se revuelca en nuestros vientres
como un huracán sin fronteras.
.
Todos nuestros seres tan amados
van cobijados por la gran madre cósmica
en este soprendente viaje sideral.
.
Y pienso en nuestra era
en esta etapa misteriosa
en momentos sagrados
en la asombrosa fecundidad de la tierra
en la eternidad aún por vivir
en este misterioso milagro de la cordura.


Vamos a decirte una cosa
clara como el agua de nuestra tierra
oscura como tu labor nocturna
sin luna ni estrellas.

Conjugamos el verbo hurtar
cuando te miramos a los ojos
y tú que sabes siglos de estas cosas
tienes problemas graves
nadando en tu vaso on the rocks
porque estamos aquí afuera
todos juntos cual familia
y vamos a entrar
por la puerta principal.

¿Huirás por la puerta trasera
como acostumbras?
Porque no te imaginamos
dando tu vida cual Salvador
Juan, Pedro, Rosa o María.
Jamás has sido héroe
tan sólo un usurpador de sueños
o el clásico lobo histórico
disfrazado de ovejita inocente
clamando tus viejos versos de libertad
mientras escupes, apaleas y tragas.

Tienes problemas muy hondos
insistimos tranquilos y confiados
ten cuidado
porque la puerta ya se derrumba
y nuevamente se abrirán las alamedas.


La hora en que todos duermen

A esta hora todos duermen.
Y es natural
pues esta es la hora en la que ocurren
las cosas más interesantes.
Las gaviotas, por ejemplo,
se extravían
y pasan por encima de los techos
dando alaridos espantosos.
Y cuando va a llover
unos pájaros negros
graznan siniestramente
desde las nubes.
Recuerdo que cuando niño
la tempestad se transformó
en una mano negra gigantesca
que se alzó sobre la cordillera
y quería destrozar nuestra casa
de un solo golpe.
y eso ocurrió a las 05:40
como ahora
en que veo a los hombres de overol
cavando túneles por toda la tierra
y en la ventana del frente
al coronel Contreras en pijamas
masturbándose.
El cielo comienza a llenarse de color
con la esperanza de que hoy sí,
pero aún falta mucho.


EL HOMBRE AMADO

Y se va amándola por los caminos
a cada paso nace una estrella
cada suspiro es un nuevo universo.

Y se va derrochando canciones
y las cordilleras se derrumban
y los océanos palpitan.

Ya es demasiado tarde
para retroceder
porque su amor es como un barco
que navega hacia el futuro.

Su amada no le tiende trampas
su amada no posee armamentos
es más tierna que el arroz
y más fogosa que el Vesubio.´

En las tranquilas noche blancas
de cometas y lunas
se tiende entre las dunas
para explorar la galaxia
y desde la dulce Vía Láctea
se escucha su voz serena
diciendo soy tuya soy tuya!



Ian Wlden

José Lupiáñez

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Pendiente del amor

Yo rodaba a tu suerte por la ladera abajo,
éramos un ovillo, una hoguera encendida;
dos cuerpos que rodaban desnudos hacia el valle,
carne fresca y elástica que el amor había herido.

Recuerdo que las risas no nos importunaban,
ni las zarzas que ansiaban dejar huella en tu muslo.
No importaba la luna, monedita de plata,
ni el cri cri de la noche con mil grillos despiertos.

Yo te amaba a mis anchas, porque así lo pedías,
eras dona en su juego, danzarina imprevista;
carne prieta y rotunda que abrasaba mis manos
o, de pronto, tigresa con sombras a la espalda.

"Ven aquí", te decía navegando en tu hondura.
"Ven aquí", cuando tu alma me mordía en la boca.
"Estos brazos tan bellos no podrán retenerme"
y más firme ceñías contra mí tus caderas...

En la noche de agosto, cuando Virgo es quien rige
dos cuerpos enlazados la floresta perfuma...
Arriba las ruinas son emblema emisario
de un amor que se sueña ser eterno en el tiempo.


There she goes...

Mi amor va a la deriva como un barco sin rumbo;
su corazón heridas, sin par, lleva marcadas...
Mi amor se va alejando de sus horas gastadas
y alivio busca sola por los puertos del mundo.

Qué estela tan amarga va dejando en mi vida
su celeste congoja, que curar quise en vano;
no pude retenerla, se soltó de mi mano
y a su destino corre, sin que yo se lo impida.

"Matamos lo que amamos", le recordé algún hora;
"no hieras con tu daga mi pobre pecho inerme",
pero siguió en su lance, queriendo o sin quererme,
hasta romperme el alma, por donde sufre agora.

Adiós, amor, le ha dicho mi corazón maltrecho;
adiós, aguardan tiempos de oscuro desconsuelo:
tú te marchas y, airosa, ya has levantado el vuelo,
yo me quedo escondiendo esta herida en mi pecho.


José Lupiáñez

Poeta español nacido en La Línea, Cadiz, en 1955. Inició estudios de Filosofía y Letras en Barcelona licenciándose luego en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Ha participado en numerosos libros colectivos, recibiendo además una beca de Creación del Ministerio de Cultura para escribir su libro «Número de Venus» publicado en 1996.

Su poesía, traducida a varios idiomas, ha sido galardonada con los premios Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Luis de Góngora y el I Premio Nacional de Poesía Emilio Prados, entre otros.
«Ladrón de fuego» publicado en 1975, fue su primera obra, seguida luego por «Río solar» en 1978, «El jardín de ópalo» en 1979, «Amante de gacela» en 1980, «Música de esferas» en 1982 y «Arcanos» en 1984. Con posterioridad han visto la luz, «Puerto escondido» en 1998, «La verde senda» en 1999, y más recientemente «El sueño de Estambul» y «Petra» en 2004.

Ricardo Molina

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Es dulce ser amado pero amar,
oh dioses, qué ventura...
Goethe

Invitación a la dicha

Ámame ahora que tengo los cabellos negros
y una corona de junco
y el perfume del agua y de la jara
en los brazos desnudos.

Ámame ahora que tengo en los ojos
la suave llama de la tarde
y la gracia de la sonrisa
y la leve frescura de los manantiales.

Ámame ahora que tengo en los labios
el fuego deslumbrante del Mediodía
y la serenidad del cielo en las mejillas.

Ámame ahora que tengo en el cuello
el resplandor de los lirios quemados.
Ámame ahora que corre por mis hombros
el torrente divino del deseo.
Ámame ahora que tengo el pecho ebrio
como una flor de vino.

Ahora y no luego, ahora y no mañana,
ahora que besa mi alma todo tu cuerpo
confundiendo su aliento al de mis labios.

Bésame ahora que es primavera
y el chamariz canta y vuela en un árbol,
ahora, amor mío, que estamos en mayo
y zumban en el aire las abejas,
ahora que todo es hermoso y feliz,
ahora y no mañana,
ahora y no luego.

Bésame los labios, el cabello, los hombros
ahora que en los huertos florecidos
es tan dulce la flor primera del granado.

Dame todo tu amor ahora, amor mío,
¿no ves que soy en la tierra dichosa,
dulce como el árbol del paraíso?

Ahora que soy un manantial virgen
donde cada onda es una caricia,
una colina verde
donde cada florecilla es un labio encendido,
un valle misterioso
donde cada viento es un suspiro,
un río de amores
cuya música frágil es tu nombre.

¿No son nuestros estos días tan bellos?
¿No es hermosa la tierra bajo el sol y la luna?
¿No habla todo de amor desde el alba a la tarde?

¡Ámame!
¡Ahora y no mañana; ahora y no luego!

Astro

Muerta la flor, la flor que ama el amante,
muerto el amante, amado de la luna,
la luna queda -soledad colmada-,
flor, amante, recuerdo...


Palabras



Homenaje a Walt Whitman



El día, este día,
es nuestro.

Mira los animales, las aves y las plantas
vivir el suyo satisfechos.
Míralos, no calculan, no sufren, no se inquietan
por el mañana. Viven sin cuidado.
No malgastan su tiempo pensando en el futuro.
Están conformes. ..Míralos.

Los ríos no calculan.
Corren impetuosos
cantando su canción entre juncos y adelfas
mientras en la alta cumbre el sol derrite
la nieve inmaculada.
No malgastan abril, no ensombrecen su tiempo,
pasan, cantan, suspiran, se visten de verdor.

Se abandonan al tiempo.
Basta el día al afán de las criaturas.
Así lo sienten aves, animales y plantas
y todas las criaturas viven su plenitud
sin dudas, sin reservas, sin cálculos; se entregan,
se aman, son dichosos.


Ricardo Molina



Poeta español nacido en Genil, Córdoba en 1917. Cursó estudios universitarios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sevilla, que debió interrumpir a causa de la guerra civil española. Después de licenciarse en Filosofía y Letras dedicó mucha parte de su tiempo al cultivo de las letras, fundando y dirigiendo la Revista «Cántico» en compañía de Juan Bernier y Pablo García Baena.

Fue además crítico literario, prosista y autor de varios ensayos sobre cante flamenco. Su honda voz y su singular configuración del poema, cargado de emoción y de plasticidad en la palabra, le hacen uno de los poetas españoles más interesantes de su época. La Biblioteca de su localidad natal lleva su nombre y la plaza que hay al lado está llamada Plaza del grupo Cántico. Cada uno de los árboles que hay en ella lleva el nombre de los integrantes de la revista Cántico. Falleció en 1968.