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Ian Welden



Ian Welden nació en Santiago de Chile el 14 de Diciembre del 1948- Copenhague Enero 28, 2013.

Estudió comunicación de masas, artes gráficas y cine en la Universidad de Santiago.

En 1974 se trasladó a Barcelona donde se desmpeño como radiooperador e interprete a bordo de un barco que hacía estudios geológicos en suelo marino de Barcelona.

En 1975 emigró a Copenhague donde trabajo en los campamentos para refugiados políticos de la Cruz Roja.Aquí, entre muchas otras tareas, recopiló relatos, poemas y dibujos de exiliados de muchos países, difundiéndolos y publicándolos a través de exposiciones y revistas.

En 1995 inauguró su propia exposición de artes gráficas y fotografía titulada Guerra Mundial - Tercerca Fase, denunciando las atrocidades ocurridas en la guerra civil de la otrora Yugoeslavia.

En 1975 se asentó definitivamente en Copenhague, Dinamarca, donde ha trabajado en los campamentos para refugiados políticos y de guerra de la Cruz Roja danesa. Aquí dirigió la revista de poemas y cuentos Refugee Vpoice, (La voz de los refugiados), 1986 - 1996 y desempeñó un cargo de mediador entre miles de refugiados de muchísmos países del mundo y el Ministerio de Justica danés.
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Tu mano en la ventana del tren- Cuento


Iba apuradísimo por el andén, abriéndome paso entre la muchedumbre con los codos, comportándome como una bestia incivilizada y agresiva cuando apareció una mano por la ventana de uno de los trenes a punto de partir. Era una mano tranquila y anónima, blanca como una paloma mensajera elegante y sofisticada.

No pude evitar el impulso de tocarla. Y ese contacto que no duró ni medio segundo me cambió la vida para siempre. Perdí mi tren y quedé ahí de pie en el andén, atónito, dejándome llevar y traer por la muchedumbre apurada, como si fuera un espantapájaros sin más voluntad ni itinerario en mi vida.

Un soldado armado me sujetó del brazo.
"Usted! Yo lo ví. Le tocó la mano, ¿no?"
"No entiendo... Sí, le toqué la mano..."
"¡Lo siento mucho, señor!"
"¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Por qué lo siente?"
"Mejor váyase a su casa, señor. Yo lo puedo acompañar si lo desea."

En realidad era buena idea irme a casa. Extrañamente mi trabajo ya no tenía importancia. Nada lo tenía. Abandoné la estación de trenes y me fui confundido y tambaleando hacia El Café Ciré. Pedí un vodka doble y luego otro y otro. Me di cuenta que había perdido mi computadora y mi maletín con los contratos y cartas de mis clientes. No me importó. El dueño del café se sentó a mi mesa.
"Buenos días señor. Lo noto nervioso. ¡La tocó?"
"Si... la toqué. ¿Por qué me pregunta? ¿Qué sabe usted de todo esto?"
"Es mejor que se vaya entonces, señor..."

En ese momento entraron cuatro soldados en sus llamativos uniformes color naranjo y el logotipo del Ejército Bancario Escandinavo (EBE) en sus pechos; metralletas automáticas en sus manos.
"¿Es usted quien la tocó? ¡Vamos, andando! Lo vamos a escoltar a su casa. ¡Por favor no resista, señor!"

Ya en mi casa me dejaron en paz. Me tendí en mi sofá sintiéndome profundamente intrigado por la dueña de esa mano. Jamás me había sucedido algo así. En mi vida he sido bendecido con muchos amores pero esto que de pronto se introdujo en mi cuerpo y en mi alma como un virus enigmático era sumamente inverosímil. Y las circunstancias tan hostiles de la dictadura más poderosa de la Unión Europea eran una barrera impenetrable, odiosa, en la vida cotidiana de los ciudadanos.
"Toqué tu mano en la ventana del tren. Un pequeño roce y has dejado tu poderosa señal en mi para siempre..."
Y me dormí profundamente.

A la mañana siguiente no me lavé ni afeité. Mi ropa estaba sucia y arrugada y hedía a transpiración y a alcohol. Me dirigí apresuradamente a la estación de trenes. Los guardias me observaron y hablaron secretamente entre ellos. Los ignoré y me acerqué a los trenes buscándola en cada ventanilla. Tuve que luchar con pasajeros violentos para no dejarme arrastrar hacia la salida de la estación. Perdí la compostura totalmente y grité e insulté y abofeteé a cuanta persona se cruzaba a mi paso.

"¡Mujer de la mano! ¡Mujer de la mano en la ventana del tren!", grité desesperado y lleno de pánico perdiendo el equilibrio y azotándome contra el cemento del andén. Los EBE me pusieron de pié y con voces amables pero con sus armas clavadas en mi espalda me urgieron salir del recinto y acompañarlos a su cuartel en la ciudad.

Ya en sus oficinas me sentaron en una silla mientras lloraba como un niño. Entró un viejo teniente en su flamante uniforme amarillo acompañado de tres soldados naranjos y me miraron con compasión y simpatía.

"Señor Welden," me dijo el oficial mientras que sus subordinados apuntaron sus armas hacia mí. "¿Qué podemos hacer por usted? ¡Mírese, por Thor! ¡Si parece un pobre indigente! Usted que es un director de reputación mundial, poderoso, intachable en su conducta como ciudadano e impecable en su moral, desde ayer se ha comportado como un adolescente sucio, rebelde y enfermo de amor".

Uno de los soldados me dio un golpe en la cara con la culata de su arma. Caí de la silla. Otro me levantó a puntapiés y todos me pidieron disculpas.
"Yo no entiendo, estoy confundido y no sé que es lo que me sucede ni por qué estoy aquí. ¡Déjeme en paz, señor teniente! ¡Se lo ruego!"
"Pero por supuesto, señor Welden. Uno de mis hombres lo conducirá a su casa. Mucho gusto de conocerlo y recuerde, desde ahora lo vamos a cuidar como se lo merece..."

Los meses siguientes viajé locamente en cientos de trenes a cientos de pueblos y ciudades del país con la infantil esperanza de verla, rozarle la mano nuevamente. Dormía algunos minutos en los bancos de las estaciones y subía al siguiente tren no sabiendo a dónde iba pero sí sabiendo por qué. Usaba mi poco dinero en pasajes y comía de los basureros.

Los EBE me observaban desde lejos pero no interrumpían mi conducta extravagante y febril. Ni siquiera cuando corría por los andenes gritando "¡Mujer de la mano en la ventana del tren! ¡Mujer de la mano en la ventana del tren! ¡Manifiéstate! Déjame tocarte...por favor..."

Desesperado, volví finalmente a mi casa. Me duché y afeité. Me puse ropa limpia e impecable y fui nuevamente a subirme a trenes, esta vez para rozar levemente las manos de todas las pasajeras.

Habré rozado miles de manos de todos los tamaños, colores y edades durante tres semanas. Muchas veces algunas de las mujeres ya rozadas me reconocían y me saludaban amablemente con grandes sonrisas. Y debo confesar que en medio de mi locura, obsesión y soledad, llevé a casa a algunas de estas mujeres dulces y también solitarias, buscadoras no de una mano, como yo, sino de un alma.

El EBE apareció en mi casa un día en que yo estaba solo y atribulado, no sabiendo si poner fin a mi búsqueda con un tiro en la boca. El teniente de uniforme amarillo y un solo soldado naranjo con metralleta vinieron "... a protegerlo de sí mismo con consejos y sugerencias porque usted es un suicida potencial y un peligro para la seguridad moral del país".
"Pero qué saben ustedes de mí, payasos ridículos, matones y asesinos!"

El teniente se sentó en mi sofá, encendió un cigarrillo y miró al soldado, sonriendo. Este, un hombre joven gigantesco, me puso una mano en el cuello y me propinó una bofetada en la boca. Luego me tomó en sus brazos, me dio un beso en la frente y me dejó caer en mi único sillón cual saco de papas.



"En el Ejército Bancario Escandinavo estamos muy preocupados, señor Welden. Sepa que le tenemos un profundo respeto y cariño. Pero simplemente no podemos dejarlo autodestruirse por culpa de su obsesión con esa mano. Le sugiero respetuosamente que se deje internar en El Hospital. Estamos al tanto también de su desastrosa situación económica y El Banco está dispuesto a hacerle un préstamo muy favorable. Considérelo, señor Welden, como una legítima preocupación del EBE por su bienestar y reputación".

Y se fueron.

Mi ansiedad y necesidad por tocar, simplemente "tocar" esa mano y a su dueña eran ya insoportables. Tan trastornado estaba que pensé que tal vez el EBE tenía razón... Debía aceptar la ayuda que me estaban ofreciendo. Ellos tenían sus macabras razones ideológicas pero yo había perdido la razón. Y lo hice. Me interné.

Dos meses han transcurrido ya desde entonces y me siento como nuevo. No más "mano en la ventana del tren". He recuperado a mis viejos clientes y me estoy haciendo obscenamente rico nuevamente. He pagado el préstamo bancario y el EBE me ha dejado en paz.

Hoy tengo una entrevista importantísima con el director del Ejército Bancario Europeo, y por fin, ahí viene mi tren. Me abro paso a codazos e insultos entre la multitud de conmutadores. Me siento al lado de una mujer que lee el periódico. Ella se vuelve hacia mí.
"¡Creo que has andado buscándome!"

Y me tendió la mano.


Ian Welden-POEMAS


Pompas de jabón.

Cada paso fue al azar
cada llave
un reptar en sombras.
Violento siento el vendaval
que se aleja
con mi vida al hombro.
Ya no son blancos los caminos
de mi cuerpo al sol
y la ilusión de amar sin diques
por ahí quedó.
El tiempo enorme está
y en el espejo Dios
reclamando el pago del reloj.
Dónde estará el caballo alado
que jamás monté.
La dignidad del hombre
que en mis pasos enredé.
Escalas sin final
proyectos sin razón
y en mis manos
pompas de jabón.
Posiblemente guardarán mi foto
en el desván
y la ceniza de mi hueso
se repartirá
en sombras de agua gris
en nichos sin color
y el recuerdo
al aire sin dolor.
Dónde estarán lo siete montes
que jamás vencí
y el fuego azul de los amores
que no conocí.
Mi fuente de razón
el niño inmortal
el camino
quedó sin caminar.



Alma nueva

Dolor de amanecer ya no lo soportas
la espina se te va a atragantar
cuarenta días con cuarenta noches
tu corazón se seca sobre el arenal.

Caminos, no hay caminos todo es piedra
el día es sólo volver a comenzar
tus ojos te devuelvan tu imagen
tu manos llevan siglos sin poder amar.

Qué importa como fue
mejor es entender
que todo ésto termina esta noche.
Ahorita ya se viene la mañana
la luz será el aliado que esperabas.
Se sabe que al momento de la danza
se escucha el tren azul del amanecer
los árboles sepultan a las frígidas estatuas
la aves ya no cantan porque ríen.
La tierra es una tinaja de greda
nuestras manos herramientas en el mar
a tu choza le ha crecido un techo nuevo
tu pan se hace hermoso con la cordillera.

Acércate no más
tu manta cubrirá
aquello que termina esta noche,
mañana te despertarás sonriendo
la vida volverá a tenerlo todo.




El beso del ángel

Caminando por una mañana de sol
en un país que hasta entonces no había existido
con mi soledad incrustrada en mi mochila
y los hombros encaramados sobre mis orejas
me encontré de pronto con un ángel
que me hechizó y robó un beso.
El beso duró toda la noche
a orillas del Canal de la Muerte
donde el ángel me sonrió con dulzura
me robó la mochila con todos mis recuerdos
y emprendió vuelo con sus alas de vampiro.


El alucinante milagro de la cordura
.
La noche se desgrana del tejado
el planeta gira loco de alegría
la vía láctea danza por el universo
llevándonos al horizonte prometido.
.
Y aquí vamos
tomados de las manos
ronda infinita
coro perpetuo y poderoso
volantines liberados
almas desencalladas.
.
La vida soberana y orgullosa
se revuelca en nuestros vientres
como un huracán sin fronteras.
.
Todos nuestros seres tan amados
van cobijados por la gran madre cósmica
en este soprendente viaje sideral.
.
Y pienso en nuestra era
en esta etapa misteriosa
en momentos sagrados
en la asombrosa fecundidad de la tierra
en la eternidad aún por vivir
en este misterioso milagro de la cordura.


Vamos a decirte una cosa
clara como el agua de nuestra tierra
oscura como tu labor nocturna
sin luna ni estrellas.

Conjugamos el verbo hurtar
cuando te miramos a los ojos
y tú que sabes siglos de estas cosas
tienes problemas graves
nadando en tu vaso on the rocks
porque estamos aquí afuera
todos juntos cual familia
y vamos a entrar
por la puerta principal.

¿Huirás por la puerta trasera
como acostumbras?
Porque no te imaginamos
dando tu vida cual Salvador
Juan, Pedro, Rosa o María.
Jamás has sido héroe
tan sólo un usurpador de sueños
o el clásico lobo histórico
disfrazado de ovejita inocente
clamando tus viejos versos de libertad
mientras escupes, apaleas y tragas.

Tienes problemas muy hondos
insistimos tranquilos y confiados
ten cuidado
porque la puerta ya se derrumba
y nuevamente se abrirán las alamedas.


La hora en que todos duermen

A esta hora todos duermen.
Y es natural
pues esta es la hora en la que ocurren
las cosas más interesantes.
Las gaviotas, por ejemplo,
se extravían
y pasan por encima de los techos
dando alaridos espantosos.
Y cuando va a llover
unos pájaros negros
graznan siniestramente
desde las nubes.
Recuerdo que cuando niño
la tempestad se transformó
en una mano negra gigantesca
que se alzó sobre la cordillera
y quería destrozar nuestra casa
de un solo golpe.
y eso ocurrió a las 05:40
como ahora
en que veo a los hombres de overol
cavando túneles por toda la tierra
y en la ventana del frente
al coronel Contreras en pijamas
masturbándose.
El cielo comienza a llenarse de color
con la esperanza de que hoy sí,
pero aún falta mucho.


EL HOMBRE AMADO

Y se va amándola por los caminos
a cada paso nace una estrella
cada suspiro es un nuevo universo.

Y se va derrochando canciones
y las cordilleras se derrumban
y los océanos palpitan.

Ya es demasiado tarde
para retroceder
porque su amor es como un barco
que navega hacia el futuro.

Su amada no le tiende trampas
su amada no posee armamentos
es más tierna que el arroz
y más fogosa que el Vesubio.´

En las tranquilas noche blancas
de cometas y lunas
se tiende entre las dunas
para explorar la galaxia
y desde la dulce Vía Láctea
se escucha su voz serena
diciendo soy tuya soy tuya!



Ian Wlden

1 comentario:

Ian Welden dijo...

Muy querida Elizabeth, que gran honor me haces al publicar mi cuento en este precioso blog tuyo.
Un millón de gracias.
Este relato lo escribí hace dos años atrás y es una predicción de como la sociedad mundial camina rápidamente hacia la dictadura de los pocos sobre los muchos.

Besos y abrazos desde Copenhague hoy sumida en la lluvia,

Ian.