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Citas de famosas cartas de AMOR



 Gustave Flaubert (Louise Colet)

 “La próxima vez que te vea te cubriré con amor, con caricias, con éxtasis. Te atiborraré con todas las alegrías de la carne, de tal forma que te desmayes y mueras. Quiero que te sientas maravillada conmigo, y que te confieses a ti misma que ni siquiera habías soñado con ser transportada de esa manera. Cuando seas vieja, quiero que recuerdes esas pocas horas, quiero que tus huesos secos tiemblen de alegría cuando pienses en ellas”.

Gabriela Mistral (Manuel Magallanes Moure)

"Manuel amado... Por ahorrarte una lágrima andaría un camino de rodillas! De rodillas: esa es mi actitud de humildad para ti, y de amor. Y nunca yo he sido una humilde... Mira, he tomado mi café... y he cerrado los ojos para verte, y he exaltado mi amor hasta la embriaguez. Y hubiera querido prolongar el gozo muchas horas.

 Te adoro, Manuel. Todo mi vivir se concentra en este pensamiento y en este deseo: el beso que puedo darte y recibir de ti. ¡Y quizás -seguramente- ni pueda dártelo ni pueda recibirlo...! En este momento siento tu cariño con una intensidad tan grande que me siento incapaz del sacrificio de tenerte a mi lado y no besarte... Estoy muriéndome de amor frente a un hombre que no puede acariciarme... Mira: te represento aquí, junto a mí. Para esquivar la emoción no te miro.. Ahora, tú te has ido. Y yo me he quedado sola, pero de una soledad que no es mi soledad de antes. Me rebelo contra todo, hasta contra Dios.  Yo me he vuelto aquí, y la paz ya no será más conmigo... Te amo mucho, mucho. Acuéstate sobre mi corazón. Nunca otra fue más tuya ni deseó más hacerte dichoso. Tu L.

Ernest Hemingway (Mary Welsh)

 "Mi querido pepinillo, Salgo en el barco con Paxthe, Don Andrés y Gregorio y estoy afuera todo el día. Luego regreso con la certeza de que habrá una carta o varias. Y tal vez las haya. Si no hay, estaré triste y esperaré hasta la mañana siguiente. Pensaré que no habrá nada hasta la noche. Escríbeme pepinillo, si fuera un trabajo que tienes que hacer lo harías. Es muy duro estar aquí sin ti y lo estoy haciendo pero te extraño tanto que podría morir. Si algo te pasara moriría de la misma forma que un animal muere en el zoológico si algo le pasa a su pareja. Mucho amor, mi querida Mary. Debes saber que no estoy siendo impaciente, estoy simplemente desesperado”.

Víctor Hugo (Adèle Foucher)

"Tienes razón. Hay que amarse y luego hay que decírselo, y luego hay que escribírselo, y luego hay que besarse en los labios, en los ojos, en todas partes".

 Frida Kahlo (Diego Rivera)

"Amor, hoy me acordé de ti y aunque no lo mereces tengo que reconocer que te amo. ¿Cómo olvidar aquel día cuando te pregunté sobre mis cuadros por vez primera? Yo chiquilla tonta, tú gran señor con mirada lujuriosa, me diste la respuesta aquella para mi satisfacción, por verme feliz; sin conocerme siquiera me animaste a seguir adelante.  Mi Diego del alma, recuerda que siempre te amaré aunque no estés a mi lado. Yo en mi soledad te digo: amar no es pecado ante Dios. Si quieres regresa, que siempre te estaré esperando. Tu ausencia me mata, haces de tu recuerdo una virtud. Eres el Dios inexistente cada vez que tu imagen se me revela. Le pregunto a mi corazón porqué tú, y no algún otro.
Suyo del alma mía.

Beethoven (Antonie Brentano)

"Incluso cuando estoy en cama mis pensamientos van a hacia ti, mi eternamente querida, ahora y entonces alegremente, después otra vez tristemente, esperando para saber si el Destino oirá nuestra plegaria, para hacer frente a vida que debo vivir en conjunto contigo o nunca verte. Sí, estoy resuelto a ser un extranjero vagabundo hasta que pueda volar a tus brazos y decir que he encontrado mi hogar verdadero con usted y envuelto en tus brazos puedo dejar que mi alma flote hasta el reino de almas bendecidos. Ay!, desafortunadamente debe ser así. Debes estar tranquila, tanto más pues sabes que te soy fiel; ninguna otra mujer podrá nunca poseer mi corazón, nunca, nunca.
 Siempre tuyo Siempre mía Siempre de ambos"

Pablo Neruda (Matilde Urrutia)

Sueño mío, adorada mía, sabes donde vas? Vas hacia mí. Adonde vayas, andes, vueles, corres, vas andando, volando, corriendo hacia mí. Ahora ya te he arado entera, te he sembrado entera, te he abierto y cerrado, ahora eres mía. Para siempre! Amor mío, nuestro gran sufrimiento nos da amor nos da mas derecho al placer que nos da el amor, así lo merecemos. Tus lágrimas riegan tu corazón y el mío, te cambian y te enternecen, estamos mas juntos que muchos que jamás se separaron, nuestras raíces están amarradas y mojadas con las mismas lágrimas. Alma mía recibe mis besos de hoy, te apreto contra mí y te llevo así por todas partes donde voy, en la mitad del pecho. Tu Capitán

Edgar Allan Poe (Helen Whitman)

"He apretado tu carta una y otra vez contra mis labios, dulcísima Helen, bañado en lágrimas de alegría, o de una "divina desesperación". Pero yo, quien tardíamente, en tu presencia, alardeaba sobre el "poder de las palabras" ¿de qué me sirven ahora? Yo puedo creer en la eficacia de las plegarias al Dios de los Cielos, yo puedo efectivamente arrodillarme humildemente, arrodillarme en esta la más formal época de mi vida suplicando de rodillas por palabras, pero las palabras que pueda revelarte, más vale que me permitan yacer desnudo junto a tí, mi entero corazón. Todos los pensamientos, todas las pasiones, parecen ahora mezcladas en este único deseo que me consume"

Lewis Carroll (Gertrude Chataway)

“Mi queridísima Gertrude: Te sentirás apenada, y sorprendida, y desconcertada, de oír la extraña enfermedad que me aqueja desde que te fuiste. Llamé al doctor y le dije “Deme medicina, pues estoy cansado”. Él me respondió: “¡Tonterías! Usted no quiere medicina: ¡vaya a la cama!”. A lo que le repliqué: “No, no es el tipo de cansancio que quiere cama. Estoy cansado en la cara”. Él me dijo: “Cree que sean los labios”. “Por supuesto –dije–. ¡Eso es exactamente lo que tengo!”. Me miró con gravedad y dijo: “Creo que usted ha estado dando demasiados besos. “Bueno –dije–, sí le di un beso a una amiga mía”. “Piense otra vez –me dijo–; ¿está seguro que fue solo uno?”. Lo pensé otra vez y dije: “Tal vez fueron once”. Así que el doctor dijo: “No le debe dar más hasta que sus labios descansen”. “Pero qué se supone que haga –dije–, porque mire, le debo 182 más”. Me miró con tanta gravedad que las lágrimas se le escurrieron por las mejillas y dijo: “Podría enviarlos en una caja”. Entonces me acordé de una pequeña caja que alguna vez compré en Dover, y pensé regalársela a una niña o a otra. Así que los empaqué todos con mucho cuidado. Cuéntame si llegan a salvo o si se pierde alguno en el camino”.

Balzac (Eveline Hanska)

"Mi amado angel, Estoy loco por ti: no puedo unir dos ideas sin que tú te interpongas entre ellas. Ya no puedo pensar en nada diferente a ti. A pesar de mí, mi imaginación me lleva a pensar en ti. Te agarro, te beso, te acaricio, mil de las más amorosas caricias se apoderan de mí. En cuanto a mi corazón, ahí estarás muy presente. Tengo una deliciosa sensación de ti allí. Pero mi Dios, ¿qué será de mí ahora que me has privado de la razón? Esta es una manía que, esta mañana, me aterroriza. Me pongo de pie y me digo a mí mismo: “Me voy para allá”. Luego me siento de nuevo, movido por la responsabilidad. Ahí hay un conflicto miedoso. Esto no es vida. Nunca antes había sido así. Tú lo has devorado todo. Me siento tonto y feliz tan pronto pienso en ti. Giro en un sueño delicioso en el que en un instante se viven mil años. ¡Qué situación tan horrible! Estoy abrumado por el amor, sintiendo amor en cada poro, viviendo solo por amor, y viendo cómo me consumen los sufrimientos, atrapado en mil hilos de telaraña. O, mi querida Eva, no lo sabías. Levanté tu carta. Está frente a mí y te hablo como si estuvieras acá. Te veo, como te vi ayer, hermosa, asombrosamente hermosa. Ayer, durante toda la tarde, me dije a mí mismo: “¡Es mía!”. Ah, ¡los ángeles no están tan felices en el paraíso como yo lo estaba ayer!".

Víctor Hugo (Adéle Foucher)

"Mi adorable y adorada, Me he estado preguntanto si tal felicidad no es un sueño. Me parece que lo que siento no es terrenal. Todavía no logro comprender este cielo sin nubes. Toda mi alma es tuya. Mi Adele, por qué no hay otra palabra para esto aparte de ‘alegría’ ¿Es porque el discurso humano no tiene el poder de expresar tanta felicidad? Temo que de repente despierte de este sueño divino. ¡Oh! ¡Ahora eres mía! ¡Por fin eres mía! Pronto, en unos meses, tal vez, mi angel dormirá en mis brazos, despertará en mis brazos, vivirá ahí. ¡Todos tus pensamientos, todo el tiempo, todas tus miradas serán para mí; todos mis pensamientos, todo el tiempo, todas mis miradas serán para ti! Adiós, mi ángel, mi amada Adele. ¡Adiós! Todavía estoy lejos de ti, pero puedo soñar contigo. Pronto, quizás, estarás a mi lado. Adiós; perdón por el delirio de tu esposo que te abraza y que te adora, tanto en esta vida como en la otra".

James Joyce (Nora Barnacle)

"Tú eres mi amor. Me tiene completamente en tu poder. Sé y siento que si en el futuro escribo algo bueno y noble debo hacerlo solo oyendo las puertas de tu corazón. Me gustaría que mi vida transcurriera a tu lado, hasta que nos convirtamos en un mismo ser que morirá cuando llegue el momento".

Jean Paul Sartre (Simone de Beauvoir)

“Intenta entenderme: te quiero mientras presto atención a las cosas que pasan. En Toulouse simplemente te quise. Este noche te quiero en una tarde de primavera. Te quiero con la ventana abierta. Eres mía y las cosas son mías y mi amor altera las cosas a mi alrededor y las cosas a mi alrededor alteran mi amor”.

 Franz Kafka (Felice Bauer)

“Querida: te pido con las manos alzadas que no sientas celos de mi novela. Cuando los personajes en la novela se dan cuenta de tus celos, se me escapan, más aun cuando sólo los tengo agarrados por la punta de sus vestidos. Y ten en cuenta que, si se me escapan, tendría que correr tras ellos, aunque fuera hasta el mundo de las tinieblas, su verdadero hogar. La novela soy yo, mis historias soy yo. Así que, te ruego, ¿dónde existe el menor motivo de celos? De hecho, cuando todo lo demás está en orden, mis personajes se toman del brazo y corren a tu encuentro, para, en último término, servirte a ti"

John Keats (Fanny Brawne)

 "Mi dulce Fanny, ¿Tú temes, a veces, que yo no te quiera tanto como tú lo deseas? Mi querida niña, yo te quiero siempre y sin reserva. Entre más te conozco más te quiero. De todas las formas posibles, incluso mis celos han sido agonías de amor. Yo habría muerto por ti. Tú siempre eres nueva. El último de tus besos siempre es el más dulce; la última sonrisa, la más brillante; el último movimiento el más elegante. Cuando pasaste por mi ventana ayer, sentí tanta admiración como la primera vez que te vi. Incluso si no me quisieras no podría evitar sentir una completa devoción hacia ti: así que me siento profundamente enamorado al saber que me amas. Mi mente ha sido las más descontenta e inquieta y se ha puesto sobre un cuerpo demasiado pequeño. Nunca había sentido que mi mente reposara con absoluta alegría, como me ocurrió contigo. Cuando tú estás en el cuarto mis pensamientos nunca se van por la ventana: tú siempre haces que todos mis sentidos se concentren".

Goethe (Charlotte von Stein)

 "No puedo evitar amarte más de lo que es bueno para mí. Me sentiré feliz hasta que te vea otra vez. Siempre soy consciente de mi cercanía a ti, tu presencia nunca me deja. Adiós a ti, a quien amo mil veces".



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