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Julio Cortázar

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Julio Cortázar (Ixelles, Bruselas, 26 de agosto de 1914 - París, 12 de febrero de 1984) fue un escritor,traductor e intelectual argentino nacido en Bélgica y nacionalizado francés. Hijo de padres argentinos, a los cuatro años Julio Cortázar se desplazó con ellos a Argentina, para radicarse en la provincia andina de Mendoza. Tras completar sus estudios primarios, siguió los de magisterio y letras y durante cinco años fue maestro rural. Pasó más tarde a Buenos Aires, y en 1951 viajó a París con una beca. Concluida ésta, su trabajo como traductor de la Unesco le permitió afincarse definitivamente en la capital francesa.

Se le considera uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general, y creador de importantes novelas que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en el mundo hispano, rompiendo los moldes clásicos mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal.

Para Cortázar, la realidad inmediata significa una vía de acceso a otros registros de lo real, donde la plenitud de la vida alcanza múltiples formulaciones. De ahí que su narrativa constituya un permanente cuestionamiento de la razón y de los esquemas convencionales de pensamiento.El instinto, el azar, el goce de los sentidos, el humor y el juego terminan por identificarse con la escritura, que es a su vez la formulación del existir en el mundo.

Las rupturas de los órdenes cronológico y espacial sacan al lector de su punto de vista convencional, proponiéndole diferentes posibilidades de participación, de modo que el acto de la lectura es llamado a completar el universo narrativo. Tales propuestas alcanzaron sus más acabadas expresiones en las novelas, especialmente en Rayuela, considerada una de las obras fundamentales de la literatura de lengua castellana.

Como personaje público, intervino con firmeza en la defensa de los derechos humanos, y fue uno de los promotores y miembros más activos del Tribunal Russell. Vivió casi toda su vida en Argentina y buena parte en París, donde finalmente murió. 

EL FUTURO 

Y sé muy bien que no estarás. 
No estarás en la calle, 
en el murmullo que brota de noche 
de los postes de alumbrado, 
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia
 los completos de los subtes,
ni en los libros prestados
ni en el hasta mañana. 

No estarás en mis sueños, 
en el destino original de mis palabras, 
ni en una cifra telefónica estarás
o en el color de un par de guantes
o una blusa. 
Me enojaré
amor mío, 
sin que sea por ti, 
y compraré bombones 
pero no para ti,
me pararé en la esquina 
a la que no vendrás, 
y diré las palabras que se dicen 
y comeré las cosas que se comen 
y soñaré las cosas que se sueñan 
y sé muy bien que no estarás, 
ni aquí adentro, 
la cárcel donde aún te retengo, 
ni allí fuera, este río de calles 
y de puentes. 
No estarás para nada, 
no serás ni recuerdo, 
y cuando piense en ti 
pensaré un pensamiento 
que oscuramente
 trata de acordarse de ti.

 EL BREVE AMOR

Con qué tersa dulzura
me levanta del lecho en que soñaba
profundas plantaciones perfumadas,
me pasea los dedos por la piel y me dibuja
en le espacio, en vilo, hasta que el beso
se posa curvo y recurrente
para que a fuego lento empiece
la danza cadenciosa de la hoguera
tejiédose en ráfagas, en hélices,
ir y venir de un huracán de humo-
(¿Por qué, después,
lo que queda de mí
es sólo un anegarse entre las cenizas
sin un adiós, sin nada más que el gesto
de liberar las manos ?)


ESTA TERNURA

Esta ternura y estas manos libres,
¿a quién darlas bajo el viento ? Tanto arroz
para la zorra, y en medio del llamado
la ansiedad de esa puerta abierta para nadie. 
Hicimos pan tan blanco
para bocas ya muertas que aceptaban 
solamente una luna de colmillo, el té
frío de la vela la alba.
Tocamos instrumentos para la ciega cólera
de sombras y sombreros olvidados. Nos quedamos
con los presentes ordenados en una mesa inútil,
y fue preciso beber la sidra caliente
en la vergüenza de la medianoche.
Entonces, ¿nadie quiere esto,
nadie?

QUIZA LA MAS QUERIDA 

 Me diste la intemperie,
 la leve sombra de tu mano
 pasando por mi cara. 
Me diste el frío, la distancia, 
el amargo café de medianoche 
entre mesas vacías. 

  LOS AMANTES

 ¿Quién los ve andar por la ciudad
 si todos están ciegos ?
 Ellos se toman de la mano: algo habla
 entre sus dedos, lenguas dulces
 lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
 y arriba está la noche llena de ojos.

 Son los amantes, su isla flota a la deriva
 hacia muertes de césped, hacia puertos
 que se abren entre sábanas.
 Todo se desordena a través de ellos,
 todo encuentra su cifra escamoteada;
 pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
 hay una pausa en la obra de la nada,
 el tigre es un jardín que juega.

 Amanece en los carros de basura,
 empiezan a salir los ciegos,
 el ministerio abre sus puertas.
 Los amantes rendidos se miran y se tocan
 una vez más antes de oler el día.

 Ya están vestidos, ya se van por la calle.
 Y es sólo entonces
 cuando están muertos,  cuando están vestidos,
 que la ciudad los recupera hipócrita
 y les impone los deberes cotidianos.

 ENCARGO

 No me des tregua, no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que vuelves.
 ¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil, no seas caricia ni guante;
tállame como un sílex, desespérame.
Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo. Dalos.
Ven a mí con tu cólera seca de fósforo y escamas.
Grita. Vomítame arena en la boca, rópeme las fauces.
No me importa ignorarte en pleno día,
saber que juegas cara al sol y al hombre.
Compártelo.

 Yo te pido la cruel ceremonia del tajo,
Lo que nadie te pide: las espinas
Hasta el hueso. Arráncame esta cara infame,
 oblígame a gritar al fin mi verdadero nombre.

  BOLERO

Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.
Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.

Por ahí un papelito
que solamente dice:

Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.



Una carta de amor

Todo lo que de vos quisiera
 es tan poco en el fondo
 porque en el fondo es todo

 como un perro que pasa, una colina,
 esas cosas de nada, cotidianas,
 espiga y cabellera y dos terrones,
 el olor de tu cuerpo,
 lo que decís de cualquier cosa,
 conmigo o contra mía,

 todo eso es tan poco
 yo lo quiero de vos porque te quiero.

 Que mires más allá de mí,
 que me ames con violenta prescindencia
 del mañana,  que el grito
 de tu entrega se estrelle
 en la cara de un jefe de oficina,

 y que el placer que juntos inventamos
 sea otro signo de la libertad.

 (De: "Salvo el crepúsculo")

RAYUELA

Capítulo 7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.