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Carta de Fidel Castro a Salvador Allende

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La Habana , 29 de julio de 1973


Querido Salvador:

Con el pretexto de discutir contigo cuestiones referentes a la reunión de países no alineados, Carlos y Piñeiro realizan un viaje a ésa. El objetivo real es informarse contigo sobre la situación y ofrecerte como siempre nuestra disposición a cooperar frente a las dificultades y peligros que obstaculizan y amenazan el proceso. La estancia de ellos será muy breve por cuanto tienen aquí muchas obligaciones pendientes y, no sin sacrificio de sus trabajos, decidimos que hicieran el viaje.

Veo que están ahora en la delicada cuestión del diálogo con la D.C. en medio de acontecimientos graves como el brutal asesinato de tu edecán naval y la nueva huelga de los dueños de camiones. Imagino por ello la gran tensión existente y tus deseos de ganar tiempo, mejorar la correlación de fuerzas para caso de que estalle la lucha y, de ser posible, hallar un cauce que permita seguir adelante el proceso revolucionario sin contienda civil, a la vez que salvar tu responsabilidad histórica por lo que pueda ocurrir. Estos son propósitos loables. Pero en caso de que la otra parte, cuyas intenciones reales no estamos en condiciones de valorar desde aquí, se empeñase en una política pérfida e irresponsable exigiendo un precio imposible de pagar por la Unidad Popular y la Revolución , lo cual es, incluso, bastante probable, no olvides por un segundo la formidable fuerza de la clase obrera chilena y el respaldo enérgico que te ha brindado en todos los momentos difíciles; ella puede, a tu llamado ante la Revolución en peligro, paralizar los golpistas, mantener la adhesión de los vacilantes, imponer sus condiciones y decidir de una vez, si es preciso, el destino de Chile. El enemigo debe saber que está apercibida y lista para entrar en acción. Su fuerza y su combatividad pueden inclinar la balanza en la capital a tu favor aun cuando otras circunstancias sean desfavorables.

Tu decisión de defender el proceso con firmeza y con honor hasta el precio de tu propia vida, que todos te saben capaz de cumplir, arrastrarán a tu lado todas las fuerzas capaces de combatir y todos los hombres y mujeres dignos de Chile. Tu valor, tu serenidad y tu audacia en esta hora histórica de tu patria y, sobre todo, tu jefatura firme, resuelta y heroicamente ejercida constituyen la clave de la situación.

Hazle saber a Carlos y a Manuel en qué podemos cooperar tus leales amigos cubanos. Te reitero el cariño y la ilimitada confianza de nuestro pueblo.

Fraternalmente,

Fidel Castro

Carta de Alejandra Pizarnik a Rafael Squirru

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Querido y admirado Rafael:

¡Qué linda carta la tuya! Inclusive el papel (perdón: sufro del complejo de Pensar) es magnífico (sabrás que soy une amoureuse de papier à écrire, una Gaspara para la Stampa de la estampa, una Louisse Labbé de las imprentas, una Mariana Alcaforado de los tipos (no confundir), una Sajo (no confundir) de todo aquello que sea papel, si bien tengo preferencias, ya justificadas, ya irracionales.). Todo esto para disimular mi ansiedad o urgencia por decirte que tu carta me dio la profundísima alegría de sentirme comprendida del modo más sutil y, sobre todo, a fondo. Los trabajos (tu humor en esa lista es delicioso) que me ofrecés son aceptados con gratitud y —salvo súbita posesión demoníaca— con la obvia seguridad de que (lo sabés) nunca te voy a defraudar. Puesto que además de necesitar —digamos biológicamente o para subsistir— un trabajo, a la vez quiero trabajar para los otros. Acaso escribir poemas provoque, entre muchas e indecibles cosas, la culpa por el amor solitario a las palabras. Sea en el Museo de Arte Mod. o bien en el San Martín, puedo colaborar con gran fervor (aquí se lo necesita, ¿verdad?) y libertad y —vos lo sabés— con esto tan insobornable que, bueno o malo, me dejó siempre en un lugar de soledad no poco mortal. Parecería que me pondero. Rápido, pues: agrego que soy insoportable para( o con) casi todos (con vos o para vos, no).

Ando pensando en el S. Martín, un precioso espacio que no deja de estar, en parte, bastante muerto y que no sería difícil vivificar hasta que parezca una calesita o cualquier otro sortilegio parecido que se mueva y emocione y no se olvide. Pero cuando vengas conversaremos. Me gusta el lenguaje exacto, le mot juste, las cosas correctas, terriblemente visibles y que se levantan como se levantan del papel las letras del poema de Quevedo que acabo de releer. Ergo: pensaré mejor cuando sepa qué hay, cómo es, de qué modo, cuánto, hasta dónde, etc, etc. El sueño, sí, pero dotado de las calidades del teorema. La metáfora sí, pero exacta: que no sea posible cambiar un “esto” es igual a “eso” —de modo que hay que formarlo como quien alza en la oscuridad una mano asida a un puñal. Son las 6 del alba Galana. Me voy a dormir. Te llamaré en la fecha que me indicás. Traé papeles de escribir lindos: aquí no se consiguen. Claro es que : EN LA LUCHA. Besos de tu amiga, tu

Alejandra