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Palabras que besen

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Me gustaría evocar palabras que besen,
que abracen, que curen.
Palabras como caricias
que sanen heridas recientes
y restauren orgullos perdidos,
que alivien el sufrimiento y exorcicen,
como si uno fuese un mago o un chamán,
este nuevo miedo en que habitas.
Frases que una vez dichas
congreguen de nuevo la sonrisa
y la luz de tus ojos,
sonidos con una musicalidad nueva
que te trajeran un poco de la alegría,
que mientras dura el invierno,
todos necesitamos para vivir.

Joshua Naraim.

Verde Que Te Quiero Verde

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Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.

Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.

Pero ¿quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
sonando en la mar amarga.

-Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montaña por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.

-Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo
ni mi casa es ya mi casa.

-Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?

-Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.

-Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.

Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.

Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
herían la madrugada.

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.

¡Compadre! ¿Dónde está, dime,
dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!.
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda

!Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.

Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.

Federico García Lorca

Homenaje a Mario Benedetti (1920-2009)

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Se ha ido sin hacer ningún estruendo, que era algo que le horrorizaba. El escritor y poeta uruguayo Mario Benedetti murió ayer 17 de Mayo en Montevideo a la edad de 88 años y deja huérfanas a las letras latinoamericanas.

LO QUE NECESITO DE TI

No sabes cómo necesito tu voz;
necesito tus miradas
aquellas palabras que siempre me llenaban,
necesito tu paz interior;
necesito la luz de tus labios !
Ya no puedo... seguir así !
...Ya... No puedo
mi mente no quiere pensar
no puede pensar nada más que en ti.
Necesito la flor de tus manos
aquella paciencia de todos tus actos
con aquella justicia que me inspiras
para lo que siempre fue mi espina
mi fuente de vida se ha secado
con la fuerza del olvido...
me estoy quemando;
aquello que necesito ya lo he encontrado
pero aún !Te sigo extrañando!


NO TE SALVES

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si..


pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

Mario Benedetti

Piedritas en la ventana

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De vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana
quiere avisarme que esta ahí esperando
pero me siento calmo
casi diría ecuánime
voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme la cara al techo
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas
quien sabe donde quedan mis próximas huellas
ni cuando mi historia va a ser computada
quien sabe que consejos voy a inventar aun
y que atajo hallare para no seguirlos
esta bien no jugare al desahucio
no tatuare el recuerdo con olvidos
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca
esta bien me doy por persuadido
que la alegría no tire mas piedras
abriré la ventana.




"hermano cuerpo eres fugaz
coyuntural efímero instantáneo
tras un jadeo acabarás inmóvil"
Mario Benedetti

donde nace el alma

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Allí, donde nace el alma,
en no sé que recóndito lugar de mi ser,
donde aún corren vigorosos y transparentes
manantiales de pureza.
Allí, en sus aguas cristalinas, diáfanas y puras,
espejos relucientes de luz y sonido,
es donde quiero verme reflejado.

Los espejos del mundo me deforman.
Espejos de dolor donde la luna,
con lágrimas en los ojos,
peina cada noche sus cabellos.
Espejos de asfalto
bañados en sangre suicida.
Espejos de ira,
donde los hombres, domingo a domingo
miran sus rostros desfigurados o reales
de tigres o leopardos o víboras
que desgarran el mundo,
a la vez que embriagan sus espíritus.

Allí, donde nace el alma,
es donde quiero verme.
Es donde quiero vivir.
Dentro, muy dentro de mí.
Donde no puedan herirme
las flechas del mundo
ni pueda mancharme su lodo.
Donde las utopías de los locos
puedan hacerse realidad.
Allí donde la materia por ser materia
no pueda llegar
ni llevar toda su podredumbre.

Allí, donde la risa es franca
y no amablemente llena de envidia.
Allí, donde no hay lágrimas
amargas como risas.
Allí, donde el tiempo no corre
ni la vejez importa.
Donde la muerte es una amiga.
Allí, donde nace el alma
es donde quiero enterrarme y vivir.

Joshua Naraim